Lagrimas caían por sus mejillas mientras me decía un no deseado adiós. Sus mejillas un poco rojizas por la emoción, emoción por nuestro amor y su continua expresión que se vería interrumpida por la distancia entre los dos. Era momento de irme, y mi destino era Chile.
Con toda la tristeza de mi corazón, y sin ninguna gana alguna de irme, me di vuelta mientras ella se iba caminando con su abuela, y me puse en fila para pasar el control migratorio. No se en que momento llegaron las personas que ahora estaban delante de mi, pero ahí estaban, y sus papeles de identificación eran, al parecer, difíciles de entender. La oficial llamo a un supervisor que sabia español para que viera si la identificación que llevaba el pasajero era legitima. El oficial, rubio de pelo corto y de estatura mediana, lo llevo hacia un costado. Transcurrieron unos segundos, y comencé a avanzar hacia la inspección, cuando, derrepente, escuche unos distinguidos, rápidos, y suaves pasos viniendo hacia mi. Alicia corría hacia mi con sus ojos preciosos en un momento de tiempo relativo. Corría hacia mi y toda la ternura de mi corazón se reunía en un solo elemento para recibirla. Corría hacia mi en cámara lenta un cuerpo hermoso lleno de amor y estaba cada vez mas cerca, mas cerca, mas cerca. Como con un destello de intensidad y amor se detuvo el momento en el que tras un abrazo nuestras narices se tocaron para acercar nuestros labios. Los suyos y los míos, cerca, comenzando a tocarse. Nunca quise que ese segundo de mi vida, esa intensidad de mi corazón, de mi alma, pasado presente y futuro se detuviera. Mi amor, Alicia, y yo disfrutábamos de un ultimo hermoso, mágico, pero triste beso. Nuestra separación era inminente. Yo iría a Chile por el verano y ella se quedaría en Monroe, Louisiana. La veré en tres meses, cuando me reciba en Beijing, China.
That was the nicest farewell of my life.
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Tears fell down her cheeks when she bid me an unwanted farewell. Her cheeks were red with emotion, emotion brought on my our love and its continuous expression that would be interrupted by the distance between us. It was time to go, and my destination was Chile.
With all the sadness in my heart, and without any desire to leave, I turned while she walked back to her grandmother, getting back in line to pass through the gate. I don’t remember when the people around me arrived, but there they were, and their identification papers were, apparently, hard to understand. The employee at the gate called her spanish-speaking supervisor so that she could see if the documents were legitimate. The employee, blond with short hair and of medium stature, led him to one side. Seconds passed, and I began to walk towards the gate, when, all of a sudden, I heard distinct, rapid, fast steps coming towards me. Alicia ran towards me; her eyes in that moment are frozen in my mind’s eye. She ran towards me and all of the tenderness in my heart reunited with her in a single element, ready to receive her. She ran towards me, in slow motion, her body filled with love and ever-approaching, approaching, approaching. With a flash of intensity and love, the moment froze in an embrace, our noses touching so that our lips could meet. Hers and mine, together, beginning to kiss. I never wanted that second of my life, that intensity of my heart, of my soul, past, present, and future, to stop. My love, Alicia, and I savoring the last beautiful, magical, yet sad kiss. Our separation was imminent. I would go to Chile for the summer and she would stay in Monroe, Lousiana. I will see her in three months, when she greets me in Beijing.
That was the nicest farewell of my life.
Alicia Loves Design 